Entonces yo les cuento algo. Como sabrán el maestro es de Santiago del Estero de 1913, o sea, ubíquense en esa época, era un pueblo con un inmigrante músico que se casó con una paisana y tuvo ocho hijos, casi todos músicos. Papá Carfi era trompetista y dirigía la banda del pueblo.
Humberto se inclinó por el violín y alguien que no fuera sachero le enseñó a tocar, aunque Humberto quería ser boxeador y abogado desde niño le tocó trabajar en el cine mudo, en esa época el cine tenía una orquesta que tocaba mientras se proyectaba la película, los domingos nuestro maestro aprendió a leer de una forma sorprendente a primera vista exigido por este trabajo. Papá Carfi le regaló a Humberto de diez años un par de guantes de boxeo que solo podía usar después de estudiar sus dos horas diarias, luego salía con un hermano mayo a buscar "cliente" para usar los guantes, así lo cantaba él en las clases. A los 17 años se embarca a Italia para estudiar seriamente el violín, recuerden que estamos hablando de los años treinta. Una vez en Italia se presentó al conservatorio Santa Cecilia, en la audición le preguntaron que iba a tocar, Humberto llevaba un alto de treinta obras en papel y les dijo - ¡Elijan!, con esto demostraba lo guapo que era, recuerden lo de los guantes, y los maestros eligieron y tocó. Como era puro talento pero nada de técnica tocó y gusto, pero no ingresó, el maestro Príncipe lo mando donde una alumna adelantada para que le diera técnica y así presentarse otra vez en un año. A nuestro querido maestro el hecho de que una mujer le enseñara lo avergonzaba un poco, y como era guapo, él cuenta que se “curó” en dos meses y volvió a presentarse e ingresó a la cátedra de Remy Príncipe.
En esos años se hacían campeonatos de fútbol universitarios, Humberto era un excelente jugador de fútbol, lo llamaban el “sudamericano”, inclusive llegó a jugar con los hijos de Mussolini en estos torneos.
Una vez, en medio del torneo tenía clase con su maestro y llegó sin estudiar, empezó a tocar y pifió, siguió tocando y volvió a pifiar, el maestro Principe lo paró, le puso lo
Para un curso que organicé en Concepción del Uruguay (E. Ríos) había invitado al Mtro Carfi para dictarlo.
Bajó del micro como a las 2 de la mañana y estábamos todos esperándolo. En lugar de ir a dormir quiso que vayamos a tomar un café y nos quedamos como hasta las cuatro. Al día siguiente a las 9 estabamos haciendo técinca. Paramos para comer a las 13 y a las 16 arrancamos de nuevo como hasta las 10 de la noche.
El Mtro Carfi andaba como por los 83 años y si no me equivoco con 2 infartos
A eso de las 22 se comenzó a agarrar el pecho y decir que se sentía mal. Llamamos una ambulancia y lo llevamos corriendo al hospital. Y ahí se desarrolló la siguiente escena:
El Mtro. acostado sobre una camilla. La camisa abierta con el pecho descubierto y una enfermera al lado de él.
Recuerdo que todo el tiempo decía: "No me puedo morir, no le puedo hacer esto a los chicos. Además "TODAVIA TENGO MUCHO QUE ESTUDIAR, tengo muchas escalas que hacer". La enfermera lo miraba y nos miraba a nosotros. No entendía nada.
Al final el médico dijo que estaba estresado solamente.
Jamás voy a olvidar esta escena. Para mí y para los que estábamos ahí fue un ejemplo que nos marcó toda la vida. Es algo que quisiera que todos conozcan, mis alumnos, mis hijos y aquellos aunque no estudien música. Porque el Mtro. Carfi siempre fue un ejemplo. Casa a la cual el Mtro. entraba, cambiaba la vida de los que lo conocían.
Un pensamiento que siempre repito en clases (porque no toco como Norberto, pero casi hablo tanto como él en clase) es éste que nos enseñó Carfi y que todo el mundo tendría que conocer:
"La vida de un ser humano se asienta sobre tres pilares: los padres, el maestro y el médico"
Por supuesto que él después desarrollaba éste pensamiento, pero yo no lo voy a hacer. Lo haría con mucha torpeza.
En estos tiempos que no hay ejemplos a seguir, se extraña mucho la presencia del Mtro. Carfi. Lástima que nadie lo homenajee ni sea tan conocido como otras personas que ni vale la pena nombrar.
Pregunten a cualquier chico quién es su ejemplo a seguir, a ver que responden.
Y me despido con este homenaje al Mtro. Carfi y ya que estoy a otra persona que fue un ejemplo para mí, de trabajo, sacrificio, honestidad y demás valores que ya cayeron en desuso: Mi viejo.
Espero les haya gustado y servido.
Cariños a todos.